Cartas

Después de una noche larga, de despedidas, encuentros, risas y miraditas por la ventana (desde el edificio y el colectivo) llegué a mi casa, me saqué toda la ropa y de a poco desarmé la cama que prolijamente (por casi única vez) había hecho el día anterior. Lo primero que pensé fue que la satifacción de sentir la cama en tensión sobre el cuerpo es proporcionalmente mayor a la pereza que me da hacer la cama a la tarde, es decir, quedé conmigo misma en intentar poner en la balanza insatisfacción-placer a la hora de el gran dilema "tender o no las sábanas"  (ganó placer como idea, pero debo decir que hoy, escribo desde las sábanas desordenadas, hoy no sentiré placer, por lo menos de ese, al acostarme). En fin, eso no es lo importante. A lo que quería llegar es que una vez acostada en la cama, así de la "nada", mediante un hilo de asociaciones, ya hoy, desconocidos por mí, llegué a la idea de la metáfora "me voy al sobre" para dar a entender que uno se irá a dormir, acostar, descansar, etc. Por primera vez, visualicé la metáfora. Sí, pensé en un hombrecito metiéndose en un sobre. Un sobre común, de esos que llevan los carteros... nada de romances. Sonreí por mis adentros cuando pensé en lo siguiente: si cuando nos vamos a dormir "nos vamos al sobre" querría decir, de alguna u otra manera que somos cartas. Sí, cartas, esas, las de decumento, amor, despedida, castigo, impuestos, curriculum, etc. Cartas que contienen historias, pausas, márgenes, espacios en blanco, fechas, firmas. Cartas de todos los colores, con distintas letras, formas, tamaños, diferentes palabras, idiomas, temas, preguntas. Todas cartas diferentes, creadas por alguien y enviadas por algo. Algunas trascienden, a otras las esconden o desaparecen. Cartas. Simplemente. Que se leen cuando están fuera de los sobres. Algunas más fácilmente que otras, algunas todavía en blanco... otras ya fueron quemadas pero todas, todas, protegidas, cundo se van a dormir, por algún sobre...; loco, ¿no?... ¿y en realidad qué será el sobre?