Una vez, una amiga a quién acababan de dejar plantada, me ofreció
papas a la provenzal que se había comprado para calmar el
despecho. Le dije que no, porque un rato después iba a encontrarme con
X.
No voy a dar más detalles. Sólo quiero decirles que: a los hombres les
espanta mucho más la intuición de saber que renunciás a algo por ellos que el aliento a ajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario