miércoles, 8 de agosto de 2012

Gitanada

El encuadre estaba en sus manos, se movían libidinosas por el aire, dando vueltas, haciéndolo espeso. Las manos de otros también se movían, pero toscas, armoniosamente toscas y libres. Golpes memoriosos de arena y puertos. Cortes violentos. Gritos de alegría. Los zapatos astillados de madera hacían temblar los vasos ya besados y abandonados en el suelo. Rodaban historias y se desmebraban instantes en cada verso. Los ojos, esos ojos de pestañas grandes, aguados, solemnes, también bailaban.
 

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