Las historias se entrecruzan inevitablemente como cintas de colores dispersas entre el viento denso que las hace bailar al compás de su melodía indescifrable.
Las historias nos nutren como nuestra madre la vez primera, siempre. Y nos abrazan dejando marca de vida. Nos despiertan sensaciones una y otra vez. Ellas nunca mueren y nos invitan a vivir en la eternidad, regocijándose en el simple hecho de que alguna vez "fueron".
Son historias por las que nacemos, y por las que jamás, jamás, dejaremos de ser.
Son historias por las que nacemos, y por las que jamás, jamás, dejaremos de ser.
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